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Another drinkin’ song [Ray McGrady]
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Another drinkin’ song [Ray McGrady]
9 de Diciembre
E
sa noche Lance andaba de muy buen humor, como pocas veces desde hacía meses, en el trabajo había conocido una chica... una generosa chica, tras un par de sonrisas le había dejado treinta dolares de propina y antes que se fuera le había susurrado un coqueteo barato lo que no solo le consiguió veinte dolares más sino que también su número telefónico. No era que la chica fuera particularmente bonita, en Storybrooke había mucho mejor material andando por las calles, la chica pecosa de nariz aguileña difícilmente daba para un cuatro en la escala de Lance y los lograba solo por su retaguardia que si estaba de lujo. Pero Parker no se le había insinuado por su atractivo sino por algo mucho más importante que eso, su billetera. Era dificil encontrar una estúpida que soltara tantos billetes en un primer encuentro, con algo de trabajo la desplumaría cual pavo en víspera de navidad.H
abría jugado la carta del joven tímido pues al parecer la chica no le conocía, pero era probable que al poco tiempo se enterase de alguno de los rumores que deambulaban a su alrededor y con ello su táctica podría desmoronarse como un castillo de naipes ante una brisa. No, su plan fue todo lo contrario, la chica había ido a almorzar sola y al verle llegar pudo ver en sus ojos como se derretía por el buen Lance Parker, era una chica claramente tímida que trataba de probar suerte en la vida sin muchas esperanzas, pues bien, Lance apostaría sus fichas a ese juego. Le mandó un par de mensajes de texto para mantener su esperanza durante el día y la llamó tan solo al salir del trabajo de forma canchera, era como el príncipe que se fija en la modesta campesina, o algo así, estaba seguro que la mente fantasiosa de una perdedora como ella acabaría de poner las piezas del rompecabezas en su lugar, él tan solo tenía que sonreír y sonsacarle todo el dinero que pudiese.A
l encontrarla en el punto de reunión le dedicó una mirada coqueta ante la cual se sonrojó, la muchacha de seguro hacía gala de uno de sus mejores vestidos de noche, uno que probablemente llevaba guardado en su armario desde el día en que lo comprase. - Te ves preciosa. - Mintió en voz baja mientras besaba su mejilla manteniendo el contacto con la piel un par de segundos más de lo habitual. Ella se deshizo en cumplidos y luego empezó a caminar junto a él sin dedicarle muchas miradas, era tímida, quizas demasiado, por lo que con la mayor naturalidad del mundo deslizó su mano apoyándola en su cadera en un abrazo que bien se esperaría de su novio, no era como si ella fuera a tener uno, pero para el caso daba lo mismo. Sus ojos estaban vidriosos y su tez sonrojada cual tomate, pero la chica hizo un esfuerzo en aparentar que era lo más natural del mundo para con alguien que acababa de conocer. De seguro se debatía en si cruzar su mano y seguir su ejemplo, pero si lo hizo no llegó a concretar dicha acción.T
enía otro objetivo en mente para el cual usar a la chica aparte del dinero, y por fin llegaban a el. Rabbit Hole, quizas el único bar semi decente de ese infesto pueblo, Lance solía frecuentarlo desde que tuviese dieciséis y consiguiera una licencia falsa, sin embargo su relación con aquel local era como un amorío, con días buenos y días malos, a veces su deuda subía demasiado y prefería no pasarse, otras veces tenía dinero pero causaba algún alboroto y le volvían a poner en su famosa muralla. La última vez su dueño le había desterrado del lugar de por vida, era la trigésima sexta o séptima vez que le sucedía, pero de alguna forma Lance lograba ganarlo de nuevo a base de encantos, dinero e incluso trabajos como forma de expiar sus culpas. Sin embargo era dificil le hicieran muchos problemas cuando iba entre los brazos de una tímida jovencita.Lance Parker
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
Había cambiado el móvil recientemente reemplazando su antiguo teléfono arcaico por uno de esos táctiles de última tecnología, todo por una sugerencia de alguien del bar y aunque jamás lo diría, estaba fascinado, fascinado al punto de que andaba como uno de esos muchachitos que antes tanto criticaba, ahora les entendía. Poseído como estaba por el espíritu de las nuevas tecnologías apenas y se enteraba quien salía y quien dejaba el Rabbit Hole, algo no muy bueno teniendo en cuenta que ese día era el único encargado de la puerta.
Para su suerte las cosas no habían estado demasiado movidas, apenas había entrado un grupo de sujetos y un par de parejas cuyos rostros no se había molestado en observar ¿para qué? Eran los mismos de siempre, daba igual. –¡¡McGrady!! –Una de las meseras, la única que había aquella noche, le llamó a la barra con un gesto. –Necesito irme, es algo urgente ¿podrías cubrirme? No hay muchas mesas. –Pidió cuando él se acercó. –Cobraré por tu turno. –Respondió parco, no le iba mucho eso de los favores a cambio de nada. La muchacha bufó aceptando de mala gana. –¿No te gustaría ser agradable de vez en cuando? –Preguntó mientras se quitaba el mandil y sujetaba su pequeño bolso. –Depende ¿tienes dinero? –Contestó encogiéndose de hombros. Por el tono en el que hablaba casi parecía que lo decía en serio y tal vez así fuera. La mesera le dejó rápidamente luego de soltar una carcajada.
Tomó el mandil y lo dobló a la mitad para ponérselo en la cintura, agarró la bandeja y comenzó a pasar por las mesas preguntando a la gente por lo que iban a pedir. Un recorrido rápido hasta la última mesa que faltaba. –Bienvenidos ¿qué les sirvo? –Preguntó levantando la mirada para encontrarse con una cara familiar. Joder, este tipo otra vez... Pensaba al tiempo que enarcaba una ceja viéndole, ya le había sacado de ahí varias veces por borracho y por liarla otras tantas... Al parecer no podía distraerse de su labor ni un segundo sin que esa clase de personas tan escurridizas se colaran al menor descuido.
Estuvo a punto de preguntarle qué carajo estaba haciendo ahí cuando tenía la entrada prohibida luego del último alboroto que había ocasionado pero entonces notó que quien le acompañaba era nada más y nada menos que una de las tías pijas de la ciudad, tal vez si se comportaba bien le daría una buena propina aunque parecía bastante entretenida con su acompañante. Pobre ingenua, no sabía con quien se había metido. De momento se limitó a mantener una actitud neutral y sin más esperó a por la orden de la pareja.
Para su suerte las cosas no habían estado demasiado movidas, apenas había entrado un grupo de sujetos y un par de parejas cuyos rostros no se había molestado en observar ¿para qué? Eran los mismos de siempre, daba igual. –¡¡McGrady!! –Una de las meseras, la única que había aquella noche, le llamó a la barra con un gesto. –Necesito irme, es algo urgente ¿podrías cubrirme? No hay muchas mesas. –Pidió cuando él se acercó. –Cobraré por tu turno. –Respondió parco, no le iba mucho eso de los favores a cambio de nada. La muchacha bufó aceptando de mala gana. –¿No te gustaría ser agradable de vez en cuando? –Preguntó mientras se quitaba el mandil y sujetaba su pequeño bolso. –Depende ¿tienes dinero? –Contestó encogiéndose de hombros. Por el tono en el que hablaba casi parecía que lo decía en serio y tal vez así fuera. La mesera le dejó rápidamente luego de soltar una carcajada.
Tomó el mandil y lo dobló a la mitad para ponérselo en la cintura, agarró la bandeja y comenzó a pasar por las mesas preguntando a la gente por lo que iban a pedir. Un recorrido rápido hasta la última mesa que faltaba. –Bienvenidos ¿qué les sirvo? –Preguntó levantando la mirada para encontrarse con una cara familiar. Joder, este tipo otra vez... Pensaba al tiempo que enarcaba una ceja viéndole, ya le había sacado de ahí varias veces por borracho y por liarla otras tantas... Al parecer no podía distraerse de su labor ni un segundo sin que esa clase de personas tan escurridizas se colaran al menor descuido.
Estuvo a punto de preguntarle qué carajo estaba haciendo ahí cuando tenía la entrada prohibida luego del último alboroto que había ocasionado pero entonces notó que quien le acompañaba era nada más y nada menos que una de las tías pijas de la ciudad, tal vez si se comportaba bien le daría una buena propina aunque parecía bastante entretenida con su acompañante. Pobre ingenua, no sabía con quien se había metido. De momento se limitó a mantener una actitud neutral y sin más esperó a por la orden de la pareja.
Ray McGrady
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
L
a fortuna parecía jugar a favor de la joven pareja, había procurado desviar la mirada del guardia de la entrada y usar a la chica como su chivo expiatorio, sin embargo nada de eso fue necesario... aunque no daba crédito de lo que le mostraban sus propios ojos, el molesto McGrady estaba de lo más entretenido capeando su trabajo y nada más ni nada menos que por jugar con un celular, hasta donde sabía McGrady todavía se comunicaba por señales de humo y palomas mensajeras, supuso que estaba frente a una suerte de milagro... y de una oportunidad única en su vida. Lance sacó su propio celular y tomo tres fotos y un vídeo de treinta segundos del guardia jugando obsesivamente en vez de estar haciendo su trabajo, las imágenes incriminatorias fueron respaldadas en la nube donde estarían seguras. Paso junto al guardia con la frente en alto y sonriendo para luego ir en búsqueda de una mesa. C
ogió el abrigo de la dama como el caballero que su madre hubiera deseado que fuera, tomó la silla echándola para atrás y no se sentó hasta que ella se hubo acomodado. - ¿Te gusta el lugar?. - Tenía claro que cualquier habitante de Storybrooke ya conocía ese lugar, aunque no era la gran cosa no habían muchos establecimientos como ese en la ciudad. Pero por las miradas de ella le quedaba claro de que nunca había pisado The rabbit hole. Respondió a la pregunta con un tenue gesto aprobatorio con la cabeza, Lance uso aquella pregunta como un gancho para mirarla fijamente a los ojos, ante lo que ella volvió a ponerse roja pero no por ello dejo de verla como si estuviera embelesado. L
as palabras vinieron en una voz que le era familiar pero justo a tiempo porque empezaba a sentir la garganta seca y si iba a trabajar a esa tipa necesitaba por lo menos un par de tragos en el cuerpo, generosamente invitados por ella cuando el pobre Lance se diese cuenta de que había olvidado la billetera. - ¡McGrady!. - Era raro escuchar palabras de bienvenida de su parte, mucho menos pensar en que él le sirviera algo. - Te hacía jugando con tu nuevo móvil. - Dijo al tiempo en que sacaba su propio celular y le mostraba las imágenes que había tomado. - Tuvimos suerte de que nos atendiese McGrady en persona, son cosas que pasan pocas veces en la vida, es un amor de persona. - Dijo jocoso a la chica mientras guardaba su celular, no fuera que intentase algo, ella por su lado miraba extrañada al mesero sin entender que podía tener de especial aquella situación. - Para mí un whiskey doble, un tercio del vaso con hielo. ¿Tú que deseas?. - Tomo la mano de la dama con la suya en un gesto noble y cariñoso, ella sintió un escalofrió. - Un jugo... por favor. - La petición no le extrañaba en lo absoluto, pero un poco de alcohol en la sangre de seguro la volvería más generosa. - No me hagas beber solo amor, tráele algún trago dulce o quizas un cosmopolitan, con cariño para la señorita McGrady que es novata en estas cosas. Lance Parker
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
Enarcó ambas cejas ante el saludo efusivo y cargado de sarcasmo. Y yo te hacía baneado de este lugar de por vida. Pensó de inmediato cuando lo escuchó mencionar su nuevo móvil al tiempo que le enseñaba las imágenes con su móvil. En ese momento levantó la cabeza para dar una ojeada rápida a los que se encontraban en el lugar y asegurarse de que el único desvergonzado que se había colado había sido su interlocutor y nadie más. Por suerte así había sido y solamente se trataba de él, no importaba cuantas veces le sacaran de ahí o cuantas veces su nombre estuviese en la lista de los baneados, de alguna forma se las ingeniaba para regresar, era como una cucaracha, no importa cuánto la saques al final siempre encuentra la manera de volver.
La expresión de Raymond cambió de enojado a ligeramente cabreado por lo que parecía un chantaje, sin embargo no quiso darle gusto al otro de que le viera realmente enojado. –Whisky y un Cosmopolitan, anotado. –Escribió un garabato ilegible en la pequeña libreta que sacó de su bolsillo. –Por cierto, esta chica es más guapa que la que te acompañaba ayer, y ciertamente más guapa que la del otro viernes, vas mejorando, Parker. –Dijo sonriendo tan ampliamente como podía a la señorita que estaba junto a Lance; había sido una mentira pues hacía bastante que no le veía por ahí, pero lo había dicho con el único fin de arruinar su cita, o si no lograba eso al menos la muchacha se molestaría brevemente, estaba seguro de haber visto una arruga en el entrecejo denotando molestia en ella, antes de alejarse de la mesa para ir a entregar el pedido al barman.
–Whisky doble con un tercio de hielo en el vaso y un Cosmopolitan... Escupitajo a gusto en el whisky. –Añadió recargándose en la barra mientras esperaba. El bartender hizo un ademán con la mano antes de dejarle una jarra con cerveza y varios vasos de vidrio que debía entregar en la mesa del fondo, había un grupo de sujetos enormes con cara de pocos amigos que llevaban ahí un buen rato y unas cuantos litros de cerveza, jugaban al poker y reían y hablaban bastante alto, por suerte la música amenizaba sus voces y hacía que su presencia fuese menos molesta. –No más móvil en el trabajo. –Dijo para sí mientras llevaba la orden a dicha mesa. Uno de los integrantes de aquel grupo se levantó abruptamente gritando que alguien le había hecho trampa y sin darse cuenta chocó con el improvisado mesero que por poco derramaba la jarra con cerveza, vasos y todo lo demás. –Hey, calmado... –Advirtió solo para recibir una mirada de esas asesinas por parte del sujeto y sus compañeros.
Regresó a la barra y ahí se encontraba el pedido para el fastidioso de Parker y su chica. –¿Escupiste en el vaso? –También recibió otra mirada asesina del barman, una negativa a su pregunta o eso suponía. –Joder, que humor tienes... –Era curioso que fuera él quien dijera eso teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo andaba con un humor de mil demonios. Tomó la orden en la bandeja y caminó de regreso hasta donde se encontraba la pareja. –Cosmopolitan... – Si digo “cosmopolitan” de nuevo vomitaré. Sirvió la delicada copa frente a la dama. –Y whisky. –Puso el vaso frente al moreno con un golpe un poco más contundente y brusco pero sin derramar ni una sola gota de la bebida. –¿Algo más? –Preguntó.
La expresión de Raymond cambió de enojado a ligeramente cabreado por lo que parecía un chantaje, sin embargo no quiso darle gusto al otro de que le viera realmente enojado. –Whisky y un Cosmopolitan, anotado. –Escribió un garabato ilegible en la pequeña libreta que sacó de su bolsillo. –Por cierto, esta chica es más guapa que la que te acompañaba ayer, y ciertamente más guapa que la del otro viernes, vas mejorando, Parker. –Dijo sonriendo tan ampliamente como podía a la señorita que estaba junto a Lance; había sido una mentira pues hacía bastante que no le veía por ahí, pero lo había dicho con el único fin de arruinar su cita, o si no lograba eso al menos la muchacha se molestaría brevemente, estaba seguro de haber visto una arruga en el entrecejo denotando molestia en ella, antes de alejarse de la mesa para ir a entregar el pedido al barman.
–Whisky doble con un tercio de hielo en el vaso y un Cosmopolitan... Escupitajo a gusto en el whisky. –Añadió recargándose en la barra mientras esperaba. El bartender hizo un ademán con la mano antes de dejarle una jarra con cerveza y varios vasos de vidrio que debía entregar en la mesa del fondo, había un grupo de sujetos enormes con cara de pocos amigos que llevaban ahí un buen rato y unas cuantos litros de cerveza, jugaban al poker y reían y hablaban bastante alto, por suerte la música amenizaba sus voces y hacía que su presencia fuese menos molesta. –No más móvil en el trabajo. –Dijo para sí mientras llevaba la orden a dicha mesa. Uno de los integrantes de aquel grupo se levantó abruptamente gritando que alguien le había hecho trampa y sin darse cuenta chocó con el improvisado mesero que por poco derramaba la jarra con cerveza, vasos y todo lo demás. –Hey, calmado... –Advirtió solo para recibir una mirada de esas asesinas por parte del sujeto y sus compañeros.
Regresó a la barra y ahí se encontraba el pedido para el fastidioso de Parker y su chica. –¿Escupiste en el vaso? –También recibió otra mirada asesina del barman, una negativa a su pregunta o eso suponía. –Joder, que humor tienes... –Era curioso que fuera él quien dijera eso teniendo en cuenta que la mayor parte del tiempo andaba con un humor de mil demonios. Tomó la orden en la bandeja y caminó de regreso hasta donde se encontraba la pareja. –Cosmopolitan... – Si digo “cosmopolitan” de nuevo vomitaré. Sirvió la delicada copa frente a la dama. –Y whisky. –Puso el vaso frente al moreno con un golpe un poco más contundente y brusco pero sin derramar ni una sola gota de la bebida. –¿Algo más? –Preguntó.
Ray McGrady
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
C
omo de costumbre McGrady era una molestia, aunque comparado a que te echara a patadas cuando estas tan ebrio que eres incapaz de defenderte ese intento de arruinar su velada era una brisa de verano. Parker solo se rió y cuando el idiota se fue a buscar el pedido cogió la mano de la joven mirándola risueño y con picardía. - Parece que exagere con lo de las fotos, esta vez si que andaba enojado. - Los ojos de la joven estaban vidriosos... solo por eso, ¿se podía ser tan cursi por algo así?, pues parecía que sí. - Tú no... no viniste... - Lance refunfuñó e hizo un movimiento con la mano como si le restase importancia al asunto. - ¿Ayer? ojala, he estado tratando de salir menos durante los días de semana, tu eres mi primera excepción en un par de semanas. - La chica se mostro halagada aunque todavía incómoda, decidió aprovechar la carta que McGrady había dejado sobre la mesa. - Pero hay que reconocer una cosa que es verdad. - Los ojos del casanova se clavaron en los de la herida joven, como los de un águila que acaba de ver a su presa y se prepara para lanzarse en picada a por ella. - Eres más guapa que cualquier muchacha que hubiese invitado a este lugar. - Tras aquellas dulces palabras se acercó a la muchacha dándole un cálido, aunque breve, beso. P
or arte de magia, como si hubiese sido el beso del final de un cuento de hadas, pareciera que todas las dudas y los problemas de la chica hubiesen desaparecido. Era el más burdo de su repertorio pero había sido más que suficiente para que ella hiciera realidad su mundo de fantasía y ahora le viera como un príncipe encantador, nada como el velo del amor y el deseo para nublar el juicio de una persona, aunque para ser justos al único hombre que esa chica debía de haber besado en el pasado era su padre, se había mostrado torpe hasta para eso. Por otro lado el que su primer beso fuera con Lance Parker sería algo de lo que podría jactarse en el futuro, si se mostraba generosa quizas podría enseñarle una cosa o dos al respecto.L
os gritos de un hombre hicieron que la pareja desviará su mirada hacía un grupo que jugaba cartas, les conocía lo suficiente como para saber que efectivamente habían hecho trampa. Parker podía ser muchas cosas, un desastre, borracho y bueno, también había tenido sus encuentros que llegaran a los puños, pero no era de los que fueran por la vida causando problemas a los demás por gusto o malicia, tampoco haría trampa para alcanzar sus objetivos... cuando mucho alguna mentirilla o cuento por ahí o por allá, pero esos sujetos eran de un matiz mucho más oscuro que él. D
ejo de mirar a aquel grupo y susurró una cursilería o dos a los oídos de la muchacha, al parecer no era tan estúpida como aparentaba pues tan solo escuchar el grito del hombre se había aferrado a su cuerpo y había tardado en intentar alejarse, para cuando lo intentara Lance ya había pasado el brazo por su espalda y la había vuelto a acercar en un gesto protector y afectivo, la muchacha volvía a estar roja por lo que entendía todo iba bien. Cuando McGrady por fin llegó le dedicó una sonrisa ganadora a su vez que pasaba su mano por el cabello de la joven en una caricia, era un claro "necesitaras algo mejor que eso para arruinar mi noche", el golpe del vaso le causo gracia aunque también demostraba la destreza de aquel sujeto pues tenía un control absoluto de su fuerza, algo necesario cuando te encargas de la seguridad de un antro como ese supuso. Las pregunta resonó en su cabeza, recordó cuando había formulado esa misma cortesía tan propia del trabajo y su cliente había cogido el vaso de jugo, lo había derramado frente a él y había dicho "si, que limpies este desastre", había sido un incidente en el que casi no logra controlarse y por algún motivo malicioso la idea de replicarlo cruzo su mente. - Nada más de momento, gracias. - Pero no llegaba a tanto, mientras él no le molestase más no tenía motivos para hundir el dedo en la yaga, mucho menos cuando estaba ejerciendo su misma labor, era más entretenido molestarlo cuando estaba de guardia, como mozo perdía mucha gracia todo el asunto.P
arecía que ese sería el fin de los conflictos esa noche, él podría trabajar a la muchacha, emborracharla un poco, hacer que pagara con una excusa barata y si estaba de animos (o ella se mostraba adinerada y generosa al momento de pagar) se la llevaría a algún sitio para quitarle su virginidad. Sin embargo cuando sus dedos entraron en contacto con su vaso un estruendo se escuchó desde la zona donde jugaban los sujetos, la mesa con todo lo que tenía encima había volado, cartas, fichas y bebidas surcaron el aire en una escena de la que todos los presentes eran espectadores. El mismo tipo que se levantara acusando de trampa a otro había saltado sobre él y comenzaba a golpearlo en el suelo y el grupo que le acompañaba ya comenzaba a unirse al jaleo. Por algún motivo algo dentro de Lance Parker le llamaba a intervenir, como si detener aquel desastre fuera su deber o algo así, pero los años habían cubierto aquel instinto con capas de indiferencia, aunque sí hizo una acción. - Parece que tienes trabajo McGrady.Lance Parker
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
Sabía que se había arriesgado al poner el vaso en la mesa de esa manera, para alguien con insensibilidad congénita era difícil medir la fuerza usada pero por esta vez había salido bien librado, la suerte le había acompañado. –Vale, volveré más tarde. –Musitó con una ligera expresión triunfante poniéndose la bandeja debajo del brazo mientras se alejaba de ahí caminando hacia la barra donde dejó los implementos de mesero excepto el mandil, daba igual si más tarde tenía que volver a usarlo. –Este trabajo es un chasco. –Masculló dirigiéndose ahora hacia la entrada para quedarse ahí como correspondía.
Ya había sido mesero antes, de hecho había sido su primer trabajo a los 17, poco después de que sus padres fallecieran, siempre iba tirándolo todo y lo de sonreír y ser amable todo el tiempo era algo que simplemente no se le daba bien, para el final del día terminaba con dolor en los músculos faciales por sus forzosos intentos de estar alegre para servir a los clientes, era una mierda. El trabajo de segurata en cambio era de lo mejor, solo tenía que estar parado en la entrada siendo él todo el tiempo, le pagaban por ello incluso cuando trataba mal a algún idiota que intentaba pasarse de listo. Tal vez no era el trabajo soñado pero... Bueno, sí, si era su trabajo soñado.
Se quedó bloqueando la entrada del lugar para poder supervisar que todo adentro se quedara en orden y así poder estar pendiente de si alguien necesitaba algo en las mesas al mismo tiempo que se encargaba de ver quien entraba y quien se marchaba. Pensó en sacar el móvil nuevamente pero pasó de ello y se quedó ahí cruzado de brazos apenas haciéndose a un lado un par de veces cuando un sujeto ingresó y otra más cuando lo hizo una pareja de jóvenes que parecían ir algo colocados de alguna de esas mierdas que se inyectan los jóvenes para pasarlo bien. No parecían problemáticos así que les dejó entrar sin mayor problema. Los tres se sentaron en las sillas de la barra así que no hacía falta que les fuera a atender.
Como continuase la noche así serían un buen par de pagos fácilmente ganados. Suspiró y por un momento pensó que le encantaba su trabajo, al tiempo que se recargaba en el marco de la puerta tratando de relajarse. Fue soltar el primer suspiro cuando un estruendo llamó su atención. –Joder... –Rodó los ojos al ver que la mesa de los jugadores de póker había volado y con ella todas las cartas, fichas y el dinero que estaban apostando. En un segundo todo se había ido al garete y entonces ahí estaba él, corriendo hacia el grupo de tíos enormes, furiosos y algo borrachos, que se estaban dando de hostias y del que cualquier sensato se abstendría de acercarse.
Uno de los cinco sujetos se fue de espaldas encima de él, sin embargo lo alcanzó a retener y lo empujó a un lado antes de irse contra el siguiente. –¿Voy a tener que sacarlos a patadas de aquí? –Preguntó antes de recibir un primer impacto en la boca del estómago que le sacó todo el aire dejándole inmóvil un segundo. –No te metas o vas a acabar mal, McGrady. –Advirtió el otro. –Pueden seguir peleando afuera sin problema... –Se había quedado sin aire pero en cuanto lo recuperó tomó impulso y de un puñetazo le volteó la cara a otro. Uno menos, faltan cuatro... Pensó viendo como los cuatro restantes dejaban sus diferencias para irse contra él al mismo tiempo.
Ya había sido mesero antes, de hecho había sido su primer trabajo a los 17, poco después de que sus padres fallecieran, siempre iba tirándolo todo y lo de sonreír y ser amable todo el tiempo era algo que simplemente no se le daba bien, para el final del día terminaba con dolor en los músculos faciales por sus forzosos intentos de estar alegre para servir a los clientes, era una mierda. El trabajo de segurata en cambio era de lo mejor, solo tenía que estar parado en la entrada siendo él todo el tiempo, le pagaban por ello incluso cuando trataba mal a algún idiota que intentaba pasarse de listo. Tal vez no era el trabajo soñado pero... Bueno, sí, si era su trabajo soñado.
Se quedó bloqueando la entrada del lugar para poder supervisar que todo adentro se quedara en orden y así poder estar pendiente de si alguien necesitaba algo en las mesas al mismo tiempo que se encargaba de ver quien entraba y quien se marchaba. Pensó en sacar el móvil nuevamente pero pasó de ello y se quedó ahí cruzado de brazos apenas haciéndose a un lado un par de veces cuando un sujeto ingresó y otra más cuando lo hizo una pareja de jóvenes que parecían ir algo colocados de alguna de esas mierdas que se inyectan los jóvenes para pasarlo bien. No parecían problemáticos así que les dejó entrar sin mayor problema. Los tres se sentaron en las sillas de la barra así que no hacía falta que les fuera a atender.
Como continuase la noche así serían un buen par de pagos fácilmente ganados. Suspiró y por un momento pensó que le encantaba su trabajo, al tiempo que se recargaba en el marco de la puerta tratando de relajarse. Fue soltar el primer suspiro cuando un estruendo llamó su atención. –Joder... –Rodó los ojos al ver que la mesa de los jugadores de póker había volado y con ella todas las cartas, fichas y el dinero que estaban apostando. En un segundo todo se había ido al garete y entonces ahí estaba él, corriendo hacia el grupo de tíos enormes, furiosos y algo borrachos, que se estaban dando de hostias y del que cualquier sensato se abstendría de acercarse.
Uno de los cinco sujetos se fue de espaldas encima de él, sin embargo lo alcanzó a retener y lo empujó a un lado antes de irse contra el siguiente. –¿Voy a tener que sacarlos a patadas de aquí? –Preguntó antes de recibir un primer impacto en la boca del estómago que le sacó todo el aire dejándole inmóvil un segundo. –No te metas o vas a acabar mal, McGrady. –Advirtió el otro. –Pueden seguir peleando afuera sin problema... –Se había quedado sin aire pero en cuanto lo recuperó tomó impulso y de un puñetazo le volteó la cara a otro. Uno menos, faltan cuatro... Pensó viendo como los cuatro restantes dejaban sus diferencias para irse contra él al mismo tiempo.
Ray McGrady
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Re: Another drinkin’ song [Ray McGrady]
D
esde que tenía uso de razón siempre le habían gustado las peleas, en general los jóvenes que habían vivido lo que él durante su niñez y juventud o bien eran esquivos de ellas pues asumían el rol de víctima o bien eran en extremo agresivos sin razón pues suplían la posición de perpetrador. Lance nunca se había considerado ni uno ni otro, para él las peleas eran más bien un entretenimiento, y en algunas ocasiones una necesidad ya fuera para defenderse o para ganar algo de dinero en apuestas pues era realmente bueno cuando se trataba de golpear gente. Fue por eso que sus ojos se perdieron en la escena como las de un niño que mira el aparador de una confitería, eso era mejor que una entrada al cine pues podías beber al ver el espectáculo sin tener que ocultarlo en un envase de refresco. F
inalmente McGrady se levantó a poner orden, o por lo menos intentarlo, por muy guardia del lugar que fuera esos tipos eran muchos y se veían razonablemente fuertes. Lance aprovecho el temor de la chica para estrecharla un poco más contra su torso en señal protectora y de paso dar un par de tragos a su whisky al tiempo en que la amenaza de McGrady recibía como respuesta un impacto directo en su estomago y luego una advertencia. Dejó sobre la mesa el vaso que entre trago y trago ya estaba casi a la mitad, cuando el guardia le dio un golpe a uno de los cinco tipos la muchacha puso su mano sobre la suya dándose cuenta por primera vez que tenía el puño cerrado y estaba ejerciendo una presión innecesaria. Por mucho que le gustasen las peleas no era de los tipos que andaba por la vida ayudando a los demás sin un beneficio o solo por hacer una buena obra, si McGrady era tan idiota como para tirarse contra ellos bien merecía que los otros cuatro le dieran una paliza, esa era la verdad del mundo, cada quien vela por sus intereses y los demás son cínicos o idiotas. Esa era su filosofía y lo que le había ayudado a sobrevivir todos estos años, pero para cuando recupero el control sobre sus acciones ya estaba estrellando su puño contra la mandíbula del tipo que había tomado la iniciativa contra el guardia. De alguna forma había saltado de su asiento por sobre la mesa en la que estaba y se había lanzado en una arremetida contra ese sujeto que acabó de bruces en el piso. Parker podía sentir la tibieza en sus nudillos causada por del roce del impacto entremezclada con la sangre. No entendía porque se había involucrado en algo que no le concernía, si hubiera tenido que actuar a conciencia se habría unido al grupo de cuatro para apalear a McGrady que bien merecido que se lo tenía por algunas veces en que lo había retirado del local de forma poco decorosa cuando estaba ebrio. Pero no, ese estúpido instinto infantil que todavía existía dentro de él le había llevado a ayudarlo, era como un parásito del que no logras deshacerte por más purgantes que te tomes. Lance Parker
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Mar Dic 29, 2015 4:53 am por Regina Mills
» And she was —Alice Lidell
Lun Dic 28, 2015 9:34 am por Alice Lidell
» The sound of music [Victoria Blake]
Mar Dic 22, 2015 4:28 pm por Victoria Blake
» Cita Casual [Drew]
Mar Dic 22, 2015 3:53 pm por Yossarian
» You're The Boss [Robin Locksley]
Mar Dic 22, 2015 10:41 am por Lance Parker
» Good morning sunshine [Libre]
Mar Dic 22, 2015 6:57 am por Lance Parker
» Finally it's Friday || Regina
Lun Dic 21, 2015 12:15 pm por Regina Mills
» Good friends /Belle French/
Lun Dic 21, 2015 12:52 am por Killian Jones
» Another drinkin’ song [Ray McGrady]
Jue Dic 17, 2015 1:49 pm por Lance Parker